Miles de vidas – P5

Obviamente Danilo sabía dónde estaba ella, pero no encontró mejor manera de avisarle a Laura que había vuelto al apartamento, en el fondo ella lo intimidaba. Incluso por unos instantes temió que ella se había ido. Era lo más lógico después de la manera en que terminaron las cosas, pero respiró tranquilo en cuanto vio el tacón y la blusa negros en la mitad del corredor. Nunca había tenido a Laura tan apasionadamente y ella se comportó igual, como si ese tiempo no fuese más que para alimentar sus bajos instintos.

Sonrió al recordar esa llamada «de tragos» que le hizo Laura en algún momento de la noche y, entre risas, le dijo en qué bar estaba. Afortunadamente llegó en el momento adecuado. Tampoco esperaba encontrarla literalmente agarrada de las mechas con otras tres viejas. Laura es una fiera, se dijo. Tomó aire y se fue para la habitación, con aquella risita interna y picara por saber que Laura estaba allí, de nuevo, en SU casa.

Ella sintió ese frío recorriéndole la espina dorsal. Sintió cada poro de su piel y, de no haber estado acostada, se habría caído. La cabeza le daba vueltas y no era sólo el guayabo. Sin saber cómo, ahora estaba con Danilo. Esa voz grave que tanto le mataba la llamaba en este momento. Escuchó el cerrar de la puerta del apartamento por lo que pensó que él llegaba de algún lado. «Mierda, Agustina ¿qué hora es?« Casi las dos de la tarde, le respondió ella. Susurrando Laura le dijo «marica, hablamos ahorita que Danilo acaba de llegar!» –«Cómo así Laura!! ¿Llegar a dónde? ¿Estás allá en este momento?» -«Hablamos ahora, chao!«.

Laura trató de medio arreglarse el alboroto del pelo, se recorrió mentalmente y procuró parecer lo más tranquila del mundo. Se «acostó», se arropó y sacó su mejor sonrisa, justo cuando Danilo entró tan imponente como siempre. Sintió morir.

Miles de Vidas – P4

No entendía nada. Es más, no recordaba nada. A pesar del dolor de cabeza intentó recordar cada uno de los instantes de la rumba. Y solo recordaba hasta un shot de tequila bajado con cerveza. Solo le dio náuseas de recordarlo. Miraba y miraba esa espalda que tantas veces había visto y no lo podía creer.

Se levantó, buscó su teléfono y marco a Agustina. Entre el baño y bajando pasito preguntó «Maricaa… Cómo terminó con con él en mi casa?» «No te acuerdas?» «Solo puedo asumir que terminamos tirando porque estamos sin ropa entre la cama» «Mierda, siéntate porque esto es fuerte». «Ayyy, no quiero saber» «En resumidas cuentas, tu en esa rasca tan hedionda, te chupeteaste más o menos medio bar y en un momento que le estabas coqueteando a un tipo churro, pa qué, se vino la que debe ser la novia y más o menos te iba dando» «NO!!! No! No! Me muero del oso» «Y no era tan tarde. Cuando estábamos más o menos agarradas del pelo con las amigas de la loca, aparece entre la nada y te juro que no lo había visto, Danilo, al rescate» «No!» «Sí!!!!!! Total, el man tranquiliza a la manada de nenas, te jala del brazo… La escena es la más chistosa: todas corriendo detrás de los dos. Te saca del bar. Nos dice que traigamos tus cosas y Daniela sale a correr por la chaqueta y la cartera. Y yo me quedó ahí. Tu ebria y entre lo que alcanzaba a oir, el personaje se debatía entre un vaciadón y una declaración de amor algo confusa» «Declaración de qué????? Pero si me mandó a la mierda» «Pues quien sabe si sería por hacerte sentir mejor o qué, pero algo de palabras lindas había» «Y yo no recuerdo nada» «Por ebria. Te faltó vomitarlo encima» «Ay ni me digas, voy a llorar» «Ya llorar para qué» «Llegaron tus cosas y se fueron en un taxi. Hasta ahí sé»

Al fondo se oyó una voz de hombre que decía: «¿Laura, dónde estás?

Miles de Vidas – P3

Volvió a la pista y la rumba seguía y Laura también. Seguía brindando con aguardiente “Por Ellos”, seguía coqueteándoles a ellos, seguía desinhibiéndose ante ellos y para ellos, seguía bailando con ellos pero sobre todo, seguía perdiendo el control por él.

Por Danilo, es hombre que tanto tiempo había esperado. El único capaz de regalarle confianza y al mismo tiempo destrozar sus seguridades. Danilo había logrado entrar en su corazón y agitar sus latidos. Había también logrado llevarla al delirio y al éxtasis de las pasiones como la más sublime de las diosas. Danilo se le había convertido en la idea perfecta de amor, pasión, sexo y vida.

Con desamor, tristeza y mucho aguardiente en su existencia Laura esa noche beso. Beso y beso sin parar. Besos a un tal Samuel y luego a un muy simpático Andrés. Beso para borrar los besos de Danilo pero cuando despertó, ahí estaba, en la cama del que la había dejado.

Miles de Vidas – P2

Nunca a nadie le había preocupado una tusa de Laura. Cambiaba de amores como de lapiz labial. Sufría lo que Daniela – la mayor del grupo- llamaba ‘Delirio de me gustan todos» que, en resumidas cuentas no es más, que una manera sutil de decir que Lau se encamaba casi que con todos los que le dijeran media palabra bonita. Y así como se ‘enamoraba’ de uno, se desenamoraba. Cualquier defecto o desatino del sujeto de turno era la excusa perfecta para mandarlo a la mierda, o salir corriendo cuando pasaba mucho tiempo a su lado. Era experta en eso que llaman ‘pies en polvorosa’.

Pero Danilo le había dado tres vueltas. Laura no había salido corriendo y no lo había despachado a los tres meses como todas esperaban. Sino que casi que vivía por él. Se enamoró, sentenciaban todo el clan de amigas al unísono. Otras má radicales, como Agustina -la menor y más responsable- aseguraban La agarró con las defensas bajitas, y la jodió.

Enamorada o jodida, lo cierto es que Danilo dejó a Laura, quien entró en la religión de Estoy pagando todo lo mala que he sido, pero aún así aplico el que un clavo saca otro clavo.

Miles de vidas – P1

Ella se levantó de la mesa en la que sus amigas la habían dejado sentada por irse con los primeros estereotipos masculinos que las habían sacado a bailar y, de repente, se dio cuenta que estaba parada en la mitad del bar levantando la mano y cantando a grito herido esa canción que tanto le recordaba a Danilo. Agustina se dio cuenta al otro lado de la pista y sin esperar un solo instante atravesó casi todo el lugar y tomó del brazo a Laura que se quería sacar un clavo esa noche de alcohol con cualquiera que le propusiera lo que fuera.

Jalada por Agustina hasta el baño de las niñas, Laura le gritaba que la dejara que había miles de papasitos en ese bar y que cualquiera podría sacar a Danilo de su corazón. La venganza oscura que ella esperaba ocurriera pero que la vida le iba a cobrar con fuerza esa intensión de olvidar a la fuerza a ese hombre que decía amar.

Estoy Que Me Escribo

Cuatro mentes creando, implican ocho manos escribiendo. Y ese es nuestro proyecto. Cuatro autores proponiendo temas, personajes, y situaciones, cada uno con su estilo a una misma historia.

¿El resultado? Quizá algo más parecido a la locura colectiva en la que vivimos, nos movemos y de la que nos alimentamos.

Inicialmente somos dos hombres y dos mujeres. Un cuarteto que puede ir creciendo con otros autores que quieran aportar con sus propias ideas a estas historias.